Me permitiré ser lo mas cursi que fuera posible, pues de otra forma, no se entendería lo que siento.
Así fué. Demasiado bueno para ser cierto. La situación, el contexto, los lugares, las horas, los mensajes, él.... demasiados buenos.
Me rompió el corazón. ¿O me lo rompí yo misma?
Tal ves debería considerar la segunda opción, pues desde que lo conocí me puse una venda oscura y gruesa sobre los ojos. Soy pobre. Tan pobre, que esa venda, estaba antes en mi corazón. Lo cubría completamente. La saqué de su lugar (de donde nunca debería haber salido) antes de tiempo y me la puse sobre los ojos, inconscientemente, tontamente... ESTÚPIDAMENTE!!! Por enésima vez había jurado no sacar la venda de mi corazón antes de tiempo.
Por eso me han roto el corazón. De nuevo.
Es increíble pensar en cómo programamos nuestras propias rutinas; día tras día nos vamos acostumbrando a hacer y decir cosas... Levantarnos, lavarnos, vestirnos, tomar desayuno, salir al trabajo o a la universidad, volver... volver a salir.... volver a llegar. ¿Suena fácil no?
Pero también es increíble pensar en cómo nos afecta cada desilución, en cómo - hasta ahora - no nos podemos - o bueno, no me puedo - acostumbrar a sentir ese dolor de corazón y tomarlo como un dolor de cabeza más, por ejemplo. Tomarte una pastilla y ya. Pensar en que es supérfluo. Pero nó. Tienes que sufrir. Cada vez más. Es el alto precio que debes pagar por enamorarte. Cada ruptura duele más que la anterior.
Por un momento me sentí sueña del mundo, y no sólo por el poder, sino también por la belleza.
Me sentí dueña del mundo porque él me estaba entregando ese poder, especialmente desde el viernes anterior. Sentada frente a mi computadora - como ahora - ingresando los ocho dígitos de su número de celular, sintiendo como mi corazón se desbordaba de emoción y lo canalizaba a través de mis dedos. Menos mal que el camino era un poco largo y las energías llegaban un poco disminuidas al teclado, por eso - y gracias a Dios - no terminé confesándole todo lo que sentía. Sólo lo hacía reír y pasar un buen rato... hasta pasada la media noche.
Pero ayer.... "pero ayer como a las diez, me pusiste el mundo al revés..." dice la canción. Y así me lo puso. Cada mañana y cada noche a partir del viernes anterior, a partir de las diez.
Hasta ayer... que me rompió el corazón. Mi intuición femenina no se equivocó y la venda de mis ojos se cayó. Le gusta otra. Piensa en otra. Yo no soy la otra.
El viernes anterior me había dicho que una mujer en especial - sino todas - lo traía loco... y ese viernes había estado con ella. Probablemente estaría con ella ese preciso instante. ¿Cómo saberlo? Era tarde. Eran como las diez. ¿Por qué no podrían haber estado juntos hasta ésa hora? ¿Acaso hay diferencia entre tarde y temprano cuando estás con alguien que te gusta? NO!!! Al menos, para mí, nunca!! Nunca....
Ayer en la tarde no llegó a clases; sabe Dios dónde y con quién estaría. (mmmm Dios y mi intuición femenina lo saben jejejeje). Yo estaba demasiado triste como para aguantar otra hora de clases y me salí. Me vine a mi casa y traté de camuflar mis pensamientos negativos durmiendo. No pude porque me hizo sonar el celular. Nos enviamos algunos mensajes y evadió mi pregunta de dónde se había metido. Me auguró éxitos en mis próximos exámenes y me deseó las buenas noches. Yo pensé un momento más en él y me dormí. Me dormí... pensando en que me había roto el corazón.
sábado, 5 de mayo de 2007
Demasiado bueno para ser cierto
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