sábado, 5 de mayo de 2007

Recuerdos con aroma a pintura fresca

Colgué mi teléfono y volví a mirarlo. Seguía allí, sentado en la plaza, con la cara hundida entre las manos y los ojos enrojecidos, con la mirada cansada y la expresión arrepentida. Me acerque; mientras lo hacia, sentía que una brocha empapada de pintura blanca se mecía sobre mi memoria. Me senté a su lado, ví como sus ojos se llenaban de lágrimas y encendí un cigarrillo. Una lágrima rodó por su mejilla y estiró una mano.
- Me invitas? – me dijo. Le pase el cigarrillo y le dio una fumada profunda. Me lo devolvió y cuando fui yo quien aspiro el tabaco, sentí el olor a pintura fresca.
- Esta plaza me trae tan buenos recuerdos- comento él.
- A mi no me trae ninguno- respondí. Me interrogo con la mirada. Yo solo me limite a llenar mis pulmones de ese gas nocivo y mis ojos se llenaron de lágrimas.
- Lo siento – me dijo.
- Yo también lo siento – respondí - siento haber permitido que llegáramos hasta aquí, un momento donde no importa lo que se diga o se haga, el resultado será el mismo de siempre.
- En nuestras manos esta que no lo sea.
- En nuestras manos estaba. No puedo dar más. De donde sacaría? No soy mago para hacer aparecer una relación de un vacío, al que estúpidamente nos adentramos.
- No me arrepiento de haberte conocido.
- Yo aun no me decido. Aun hay veces en que me imagino lo que podría haber estado haciendo, si no hubiera estado contigo. Me pregunto si hubiese tomado las mismas decisiones y si seria más feliz.
- Siento haberte hecho infeliz. – me dijo bajando la cabeza.
- No me hiciste infeliz – le respondí - solo me hiciste mas difícil el camino para que yo encontrara mi felicidad. Pero de esa dificultad no queda ya nada. De hecho, no queda nada de nada. Hace rato me preguntaste que si aun me quedaba un poco del cariño que te tuve, me quedara y hablara contigo…
- Pero te fuiste….
- Si. Me fui. También me pediste que no te odiara.
- Pero me dijiste que no me odiabas….
- No, no te odio. Generalmente cuando mis sentimientos se van, rara vez llega otro a reemplazarlo. Esta vez no fue así. Mi cariño y mi paciencia se fueron, pero nada ni nadie ocupan ese lugar.
Las lágrimas rodaban por nuestras mejillas. Lágrimas silenciosas, muy silenciosas. Metió la mano en el bolsillo y saco una bolsita de kleenex. Saco uno, lo partió a la mitad y me dio una de las partes.
- Te das cuenta de que este es el ultimo kleenex que compartimos? – le dije- Me miro incrédulo.
- No tiene porque ser el último – me dijo.
- No depende de ti decidir eso - le respondí. Entonces me limpie la nariz y bote el humedecido papel hacia atrás, sin mirar. El hizo lo mismo. Le di una ultima aspirada al cigarrillo que tenia entre los dedos y antes de botar el humo dije:
- Y este el ultimo cigarro.
El cogió la colilla y también le dio la última fumada. La colilla tuvo la misma suerte que los kleenexs.
Nos quedamos unos segundos en silencio… los últimos. Luego nos miramos a los ojos.
- Y este el ultimo adiós.
- Adiós – me respondió él. Nos miramos por última vez y al mismo tiempo, nos levantamos. Tomamos direcciones opuestas y caminamos sin voltear la cara, para siempre….

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya habia leido esto......... pero hoy q lo volvi a leer.......... se me hizo una.... nose q en el corazon..... creo q se llama IDENTIFICARSE, mierda..... q jodidoooooooooo duele pero...... no por el..... mas bien por q se acabo por q lo llevamos a q se acabara y aunq ya no quede nada ese vacio siempre estara ahi.....