sábado, 5 de mayo de 2007

¡Ha regresado!

Había conocido a un niño. Hermoso. Definitivamente hermoso, en todo sentido. Ojos melancólicos, casi tristes. Alma partida. Miedo al abandono. Ternura incipiente. Mucho amor para dar. Y él. Un niño. Hermoso.


Tomó de la mano a mi niña. La hizo jugar. Saltó, corrió, trepó, nadó, cantó, bailó con ella. La retuvo, no la dejó ir. La observó... la admiró. La acarició. Entonces.... una sola piel. La besó. Entonces.... un solo aire. La abrazó. Entonces.... un solo palpitar. La subió -casi- a un pedestal y desde alli la hizo sentir bien. Mas que bien. Como a una reina. Con poder. Con belleza. Con honores. Con respeto. Con alegria, mucha alegria. Y amor.


Me habia enamorado y no habia podido evitarlo. Sentia que no debia preocuparme de nada mas en mi vida, ya que amaba tanto a ese niño. Y ese niño me amaba. Listo. Todo estaba completo. Y perfecto.


Pero luego algo falló. Mi niña creció. O la callé..... Si, la callé. A momentos me molestaba mucho. Me cuestionaba el porque habia dejado de hacer tal cosa o porque habia dicho eso. Y no me gustaba, porque en este mundo racional y sucio, corrupto y mal intencionado, no habia cabida para sentimientos puros, para fantasias, para sueños e ilusiones....


Mi contexto me obligaba a ser madura, a actuar con responsabilidad, con criterio y racionalidad. Si. El mundo me exigia raciocinio y ella - mi niña- no tenia nada de eso. Era pasion pura. Vida desbordante: solo vitalidad.

Entonces esa mano - la de mi niña- momentaneamente se soltó de la de aquel niño.... fué como si el mundo se hubiera hundido. Se oyeron muchos ruidos, causando un fuerte estruendo. Pero luego.... silencio.

Por la lejanía, escuchaba la voz de aquel niño como si proviniera de una radio mal sintonizada. Entonces el temor me invadió. Me llené de miedo y lloré, lloré mucho, tan fuerte que mis gritos fueron escuchados y mi niño - mi héroe- vino a rescatarme, pero tambien con miedo, con temor en los ojos, pero milagrosamente, con amor, con mucho amor aún.

Me salvó. De la destrucción, del autoabandono, del desamor. Volvió a tomar mi mano y el Amor se arrepintió de haberse ido. Regresó, postrado ante nosotros, suplicando perdon por su abrupta partida, rogando para que lo dejaramos quedarse. Le dijimos: "esperamos que sea para siempre" y él nos respondió: "eso espero, pero tambien depende de ustedes".

Había regresado. El Amor habia vuelto a nuestros niños interiores. Entonces, me enamoré de nuevo, con mas intensidad tal vez.

Ahora te amo más. Y mejor.

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